Navidad en Nueva York: 5 planes imprescindibles

It’s the most wonderful time of the year…” Puede sonar a tópico, pero la conocida canción lleva toda la razón: no hay mejor época del año para disfrutar de Nueva York que la Navidad. La llegada de la nieve y las decoraciones más espectaculares y cuidadas del planeta hacen de la Gran Manzana un lugar mágico en el que merece la pena echarse a la calle y disfrutar al máximo de las fiestas con la familia y amigos pese al gélido frío y las agobiantes aglomeraciones.


Como en cualquier estación, las opciones de ocio en Nueva York son prácticamente ilimitadas. Espectáculos, parques, museos, restaurantes, emplazamientos turísticos…la variedad es sencillamente inabarcable. Pese a ello, hemos intentado resumir muy brevemente 5 actividades indispensables para vivir plenamente vuestra estancia navideña en una ciudad donde las Navidades son verdaderamente mágicas.


¡Comenzamos!

1. Disfrutar de los escaparates y decoraciones

Escaparate muy dulce de los grandes almacenes Lord & Taylor en la Quinta Avenida

Puede parecer obvio, pero pasear por la gran ciudad admirando el impresionante trabajo que cada año los escaparatistas de las más lujosas tiendas y centros comerciales de Manhattan no es sólo espectacular. Es imprescindible. Una Navidad tras otra, la creatividad e imaginación derrochada por estos genios de la composición basta para transportarnos al Nueva York de las películas, a pegarnos a los escaparates para apreciar todos y cada uno de los detalles y elementos móviles que en ocasiones conforman composiciones multimedia tematizadas capaces de empaparnos con la esencia de estas fiestas.


La Quinta Avenida es la reina indiscutible de los escaparates navideños. Nuestros preferidos indiscutibles son los de Lord & Taylor (calle 39 con la Quinta Avenida), pero no podéis dejar de acercaros a los grandes almacenes Saks Fifth Avenue (calle 49 con la Quinta Avenida), Bergdorf Goodman (calle 57 con la Quinta Avenida) y, por supuesto, Tiffany, con su inmenso copo de nieve que cada año inaugura la llegada de las fiestas a la zona más transitada de Manhattan. Las inmensas aglomeraciones obligan a que durante los días de mayor afluencia haya que hacer largas colas para verlos en su totalidad, así que…¡paciencia!


Por supuesto, los escaparates de Macy’s (calle 34 con la Sexta Avenida) son toda una institución navideña que cada año se supera en cuanto a espectacularidad y opciones interactivas al tiempo que mantiene la pureza de sus clásicos diseños de Virginia, la niña que descubre que sí hay un Santa Claus.


Pero si no os va mucho ir de tiendas y preferís ver cómo decoran sus casas los neoyorquinos, la opción está clara: el recorrido en autobús por el barrio de Dyker Heights (Brooklyn) hace palidecer a cualquier residente del Village con viviendas enteras transformadas en auténticos templos a la luz y los motivos navideños. 

2. Patinar sobre hielo

Lo hemos visto miles de veces en las películas. ¿Por qué no intentarlo nosotros? Prácticamente cada parque o zona infantil de la ciudad pone al alcance de todos una pista para hielo a medida que se acercan las fiestas, pero existen ciertos imprescindibles que cada año atraen a miles de osados patinadores. Por supuesto, la celebérrima pista de Rockefeller Center es la primera que viene a la mente por su fama mundial. Sin duda la más cara de todas (entre $25 y $32 dependiendo del día, sin contar los $12 del alquiler de los patines), cualquiera puede probar suerte en uno de los emplazamientos más navideños de toda la ciudad si el dinero no es problema.


La segunda opción es el no menos famoso Wollman Rink de Central Park, también repleto de gente pero bastante más asequible si uno se acerca entre semana. La ubicación, en pleno parque y rodeado de rascacielos, hace de esta inmensa pista toda una delicia para disfrutar a medida que se pone el sol.


Nuestra tercera y cada vez más popular recomendación es la pista Bank of America Winter Village del siempre animado Bryant Park. El motivo es evidente: es la única gratuita de toda la ciudad. Siempre y cuando uno lleve sus propios patines, claro, ya que el alquiler no es gratis. Esta particularidad hace que cada año se llene de gente de todo tipo, principalmente de personas que (como unos servidores) no saben patinar, por lo que las aglomeraciones hacen que en ocasiones resulte complicado patinar con tranquilidad o un mínimo de fluidez. Ahora bien, el poder patinar gratis a los pies del Empire State Building es algo realmente impagable.

3. Cantar Villancicos (o Caroling)

Cantar villancicos bajo el arco de Washingon Square Park es una experiencia impagable

“It’s beginning to look a lot like Christmas!”

Los españoles adoramos nuestros clásicos villancicos. Pero hay algo en los Christmas carols americanos que por algún motivo ejemplifican la Navidad como pocas cosas pueden hacerlo. Cantar estas animadas e icónicas canciones rodeados de amigos o perfectos desconocidos es una de las tradiciones más queridas y celebradas de los Estados Unidos, y por supuesto en Nueva York es prácticamente una obligación. Ya sea alrededor de un árbol de Navidad en algunos de los principales parques de la ciudad o en el interior de sus principales iglesias y catedrales, la temporada navideña ofrece multitud de oportunidades para coger la partitura y lanzarse a cantar sin ningún tipo de complejo.

A nosotros nos encanta acudir cada Nochebuena de 5 a 7 de la tarde a Washington Square Park, donde reparten de forma gratuita las letras los más conocidos carols para celebrar las fiestas en compañía. ¡Hasta puedes hacerte una foto con el mismísimo Santa Claus! Imprescindible. Si no os va lo de pasar frío, los recitales de templos como la Trinity Church del Distrito Financiero son también una maravilla para los sentidos. Otra opción más que interesante es subir hasta Harlem, donde tenemos alternativas repletas de ritmos variados y representaciones únicas como la que ofrece el mítico Teatro Apollo de Harlem con el espectáculo The First Noel o la Soul Nativity de la Harlem School of Arts.

4. Asistir a espectáculos navideños 

Las Rockettes en todo su esplendor (imagen via Pinterest)

Nueva York es un océano de posibilidades para el ocio en cualquier época del año, con actividades para todos los gustos y edades. Durante las fiestas navideñas, la variedad es aún mayor, con espectáculos de reconocimiento internacional que se han convertido en auténticos clásicos atemporales. Los ejemplos más destacados de ellos son, sin duda alguna, el Christmas Spectacular show de las Rockettes en el imponente Radio City Music Hall y el ballet de El Cascanueces en el no menos reputado Lincoln Center con el montaje de George Balanchine. Dos representaciones completamente diferentes entre sí que saben representan la Navidad en la gran ciudad como ningún otro. 


Con entradas de precio variable dependiendo del día de la semana (si bien es cierto que las de El Cascanueces se agotan mucho antes que las de las Rockettes por estar menos tiempo en activo), prácticamente cualquiera puede darse el capricho de maravillarse en familia ante las piernas actuaciones de las icónicas vedettes neoyorkinas o relajarse con las conocidas partituras del ballet más popular del planeta con una mínima planificación previa. 

5. Viajar al pasado en medios de transporte vintage

No todo el mundo lo sabe, pero cada año la ciudad de Nueva York ofrece con la llegada de las fiestas la posibilidad de subir a trenes de metro y autobuses que fueron realmente utilizados en las décadas de los 40, 50, 60 y 70. Y lo mejor de todo, sin coste adicional. Un viaje sencillo de Metrocard es suficiente para maravillarse con los carteles publicitarios del impresionante Holiday Nostalgia Train de la estación de 2nd Avenue o recorrerse la calle 42 en un autobús que parece haber viajado en el tiempo desde las décadas de los 50 y 60. Resulta fascinante poder vivir en primera persona cómo ha evolucionado el transporte público has el día de hoy, disfrutando de los carteles publicitarios, los toscos asientos o los ventiladores presentes en el metro en décadas anteriores o recorriendo el Midtown de Manhattan en un autobús donde la existencia de aire acondicionado brilla por su ausencia.

Sin duda una forma única e irresistible de desplazarse para realizar esas compras navideñas de última hora o, simplemente, deleitarse ante el encanto de unos tiempos más sencillos.

Esperamos que os hayan gustado estas sugerencias navideñas. Si os encontráis en la ciudad, ya sabéis: todavía queda mucha Navidad que disfrutar. Merry Christmas, ho ho ho!

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